El autor del vals
Julia,
Francisco Moure Holguín, nació en la ciudad de Chihuahua el 15 de octubre de 1897, siendo sus padres Sebastián Moure y Jovita Holguín. Sus primeros estudios los recibió de su padre quien era flautista y posteriormente de Mariano Rubio, Manuel Díaz y Salome Ramírez, con clases de solfeo, violín y armonía. Moure perteneció a las agrupaciones más importantes de Chihuahua, quintetos, septetos y orquestas clásicas tocando el violín y llegó a ser el director de la Banda de Estado de 1944 a 1964.
Sus composiciones:
Te amo. Vals, 1916.
Salvador. Vals, 1917.
Edith. Vals.
Aquel Amor. Vals.
Vals de las Calavazas. Vals.
Carlota. Vals.
Primavera de amor. Vals.
Julia. Vals, 1924.
Arreglo de Jesús Martínez González. 1901-1975.
Sueño y realidad. Vals, 1928.
Mon’Amour. Vals.
Atardecer. Vals.
María Elena. Vals.
Luz. Vals.
Clarita. Polka.
San diego. Polka, 1922.
Calle siete. Polka 1930.
Vivan las pelona. Fox Trot.
Los Coyotes. Danzón.
Las piezas Santa Rita y Los Reservistas.
Los besos que te di. Canción.
Atardecer. Canción.
Francisco Moure Holguín, murió en Chihuahua en 1964.
La Tarahumarita
La Tarahumarita
Canción Mexicana
24 de Octubre de 1925
Guillermo Ramos Sánchez
Pieza que denota la influencia del Nacionalismo que se vivía en México después de 1920, donde Guillermo compone esta canción muy mexicana, el 24 de Octubre de 1925, a la edad de 46 años. Está inspirada en el grupo Indígena del Estado de Chihuahua, Rarámuri, mejor conocidos como - Tarahumaras -. La Tarahumarita, está en la tonalidad de sol mayor (G), en compás de ¾, instrumentada para canto y piano.
Tarahumarita soy,
muy pobrecita,
que siempre triste voy,
con mi dolor.
LA CIUDAD DE CHIHUAHUA EN 1900
Al inicios del siglo XX Chihuahua era dirigido por el general Miguel Ahumada como gobernador y un grupo político porfirista comandado por Luis Terrazas, quienes hicieron posible que esta ciudad presentara importantes avances en su economía, su sociedad y en la educación. En este último ramo, Miguel Márquez fungía como Inspector General de Educación Pública, dirigiendo 126 escuelas primarias en el estado. La ciudad de Chihuahua contaba con 16 calles, ocho callejones y tres calles en cruz; existían 7,640 casas habitación de un solo piso, 120 de dos pisos, tres de tres pisos y 219 chozas y jacales, dando un total de 7,982 casas habitación. También se contaba con ocho hoteles, tres posadas, 16 mesones y diez casas-huésped que proporcionaban sus servicios a los visitantes que llegaban a esta ciudad. Estas moradas, así como las casas habitación, albergaban una población de 30,405 habitantes en la ciudad de Chihuahua y un total de 47,914 en todo lo que comprendía el municipio de Chihuahua, 24,346 hombres y 23,568 mujeres.(1) Para la atención de enfermos, la ciudad contaba con tres hospitales.
Entre todos estos habitantes se encontraban los artistas chihuahuenses de esa época: un dibujante, un escritor, tres escultores, cinco fotógrafos, un grabador y 101 filarmónicos (músicos), lógicamente los de carrera. No existían ni cantantes ni actores locales de profesión en este inicio del siglo XX. La ciudad contaba con dos teatros: el Teatro Betancourt, el segundo de la ciudad, inaugurado en el año de 1875, debió su nombre a su constructor, el señor Miguel Betancourt, quien construyó varios edificios en esta ciudad. Este teatro se encontraba ubicado en el mismo lugar que hoy ocupa el Teatro de la Ciudad en la calle Manuel Ojinaga; contaba con cuatro localidades: luneta, plateas, palcos y galería, con capacidad para 600 personas. El principal teatro era sin duda el Teatro de los Héroes. Su construcción inició el 16 de septiembre de 1898 por iniciativa del gobernador del estado, general Ahumada, y el ingeniero George King, quien estuvo a cargo de la obra civil. La inauguración se llevó a efecto el 8 de septiembre de 1901 por la compañía italiana de ópera de Mario Lombardi, que presento las óperas Aída, Manon, Tosca, Fausto y Rigoleto; esta temporada inaugural concluyó el 16 de septiembre de ese mismo año.
Los límites de la ciudad eran: por el lado oriente con la vía del Ferrocarril Nacional, que llegaba del sur hasta el barrio del Santo Niño; al norte lo delimitaba el río Chuvíscar; al sur, la avenida 20 de Noviembre; y hacia el oeste llegaba hasta la Alameda Cuauhtémoc. Sus principales calles eran la avenida Benito Juárez, la Melchor Ocampo, la Vicente Guerrero, la Independencia, la Libertad y el Paseo Bolívar. La ciudad contaba con las plazas Merino, de la Constitución, Hidalgo, jardín Zaragoza, la plazuela de Arteaga y el parque Lerdo de Tejada, entre cuya vegetación destacaban los álamos, sauces y fresnos, mismos que ocupaban las orillas del río Chuvíscar, la Avenida Cuauhtémoc y la actual Avenida Zarco.
En este inicio de siglo ya se contaba con la glorieta de las avenidas Juárez y Colón, donde está el monumento a Benito Juárez. Por la calle Cristóbal Colón se ubicaba el Hospital Porfirio Díaz, inaugurado en el año de 1897. Dentro de esta misma zona se encontraban los talleres de Ferrocarriles, la planta eléctrica, la Compañía Harinera, la Compañía Fundidora de Hierro, la Industrial Mexicana, la Fábrica de Cerveza, la de ropa y la de galletas.
Chihuahua capital tenía el servicio de luz eléctrica en la mayoría de los sectores que la comprendían, y todas las casas contaban con el servicio de agua potable y drenaje. Para proveer de agua a la población se disponía del acueducto colonial que mandaron construir los españoles en 1754, con un costo de $112,132.06. El transporte en esta época era el tranvía eléctrico, que costaba solo $0.08 centavos en el centro y $0.25 centavos si el pasajero quería transportarse a la hoy colonia Nombre de Dios; y los coches de alquiler, con un costo de $0.25 centavos por viaje y $1.50 por la renta de una hora.
En cuestión de comercio, era común ver en cada esquina, sobre todo en las banquetas, el mercado público. La compraventa de telas y demás objetos de vestuario, mercancía, ferretería y mobiliario, estaba a cargo de extranjeros, principalmente árabes, franceses y alemanes. Los bancos estaban a cargo de chihuahuenses, destacando el Minero, el Refaccionario, el Banco Nacional y el Sonora. Una familia humilde se gastaba $2.00 diarios en la compra de carne, leche, pan, verduras y combustible, es decir que necesitaba $60.00 al mes para vivir más o menos, y $200.00 para vivir desahogadamente.
Así era, en términos generales, el Chihuahua de 1900, donde las familias acudían a misa los domingos, por las tardes escuchaban música en el parque Lerdo y por la noche asistían a escuchar las ya tradicionales serenatas de las bandas municipales.
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(1) Censo verificado el 28 de octubre de 1900 por la Dirección General de
Estadística y publicado en el libro Chihuahua económico, de Moisés T.
De la Peña, p. 147.
LA EDUCACIÓN MUSICAL EN CHIHUAHUA DE 1868 a 1930
Después de que México obtuvo su independencia, en la ciudad de Chihuahua se proclamó la educación como el medio por excelencia que serviría para alcanzar una nación cuyos habitantes tuvieran los mismos valores, así como los mismos conocimientos. Sobre estas bases se decretó en 1827 la educación superior, y en 1828 se fundó el Instituto Literario, que en el año de 1881 adquirió el nombre de Instituto Científico y Literario. Esta institución, durante el resto del siglo XIX y la mitad del XX, fue la más importante en la educación de los habitantes de esta ciudad.
En lo que respecta a la educación musical, fueron tres las fuentes principales de enseñanza durante el siglo XIX: la primera fueron las Escuelas Oficiales que el gobierno del estado junto con el municipio establecieron desde 1841, año en que se registró la primer Escuela de Música de la ciudad.
Otra de las formas para aprender música en esta época era la impartida por algunos músicos que de manera particular ofrecían clases en sus domicilios, donde enseñaban solfeo y armonía, así como los instrumentos principales utilizados en esa época, como los de aliento que conformaban las bandas militares y municipales. La mandolina, el violín, el cello y el piano fueron cuatro de los principales instrumentos que se enseñaba en las clases particulares.
Finalmente, la educación musical más significativa en Chihuahua fue la que se transmitió generacionalmente de padres a hijos, que despertaba y desarrollaba en el alumno sus aptitudes en la música desde temprana edad.
Entre las principales escuelas de música que existieron en la ciudad de Chihuahua de 1868 a 1930 se encuentran: La Escoleta de Música de Chihuahua, fundada en 1868 por órdenes del gobernador don Luis Terrazas, siendo su primer director el profesor José María Mena, con un sueldo de $60.00 pesos mensuales, que le cubría el municipio. En esta escoleta se impartieron clases de música vocal e instrumental, principalmente de banda militar. Desapareció en 1879.
La Escuela de Música para Jóvenes, fundada en 1882 por los profesores Isabel Larrea y José Perches y Porras. Su plan de estudios era de música vocal, música instrumental, teórica y práctica, solfeo, armonía, contrapunto y canon y fuga. Esta escuela también era conocida como la Capilla de Música del Municipio, y perduró hasta 1892.
La Escuela de Artes y Oficios, inaugurada el 16 de septiembre de 1897 por el gobernador Miguel Ahumada, donde se impartieron las cátedras de instrumentos de banda tipo militar y solfeo.
Aun cuando el Instituto Científico y Literario fue la máxima casa de estudios durante el siglo XIX, no se incluyó durante ese siglo ninguna clase de música en el plan de estudio; no fue sino hasta mediados de la década de 1910, cuando José Perches y Porras impartió las cátedras de conjuntos corales y piano. Para 1914 la escuela “anexa” incluyó la clase de conjuntos corales, y para 1919 se agregó la cátedra de música. Tuvieron que pasar otros siete años hasta que, en 1926, el Instituto Científico y Literario agregó en su plan de estudios la cátedra de conjuntos corales, y se creó el Orfeón del instituto, bajo la batuta de Guillermo Ramos Sánchez.
Dentro del plan de estudios de las escuelas primarias Elementales y Superior, específicamente de 1896 a 1900, se impartían las clases de canto, cantos corales y música. En el primer y segundo año de estudios la cátedra de canto tenía como objetivo “el aprendizaje de los cantos adecuados y aprendidos exclusivamente por la audición,” teniendo presente la expresión común de la voz de los niños. En el tercer y cuarto año la clase de canto tenía como objetivo “el aprendizaje de cantos a una y dos voces aprendidas por la audición.” Además de estas materias, los alumnos de la primaria elemental estudiaban moral práctica, lengua nacional, enseñanza intuitiva, aritmética, dibujo, gimnasia, geometría, geografía, historia patria, caligrafía, zoología y botánica, fisiología e higiene, física, química y mineralogía, agricultura, aritmética, nociones prácticas de geometría e historia. En la primaria Superior las clases de
canto se estudiaban dentro de la clase de música, la cual cumplía con el objetivo del aprendizaje de la práctica coral al unísono, coros en combinación de diversas voces y el conocimiento de la clave de sol. El plan de estudios en primaria Superior era el siguiente: moral, instrucción cívica, lengua nacional, francés, aritmética, nociones de ciencias físicas, geometría, geografía, historia general, economía política, dibujo, caligrafía, música, ejercicios higiénicos, ejercicios militares, inglés, nociones de contabilidad, botánica, fisiología, higiene e historia de México.
Dentro de las escuelas suplementarias, la clase de música era específicamente de conjuntos corales, cuyo objetivo principal era: “Explicación del texto de las canciones, específicamente de himnos cortos dedicados a la naturaleza y la vida alegre de los niños. Ejercicios al oído, ejecución de las canciones en reposo y al compás de las marchas. Manifestación de la duración de las notas, aplicada en juegos con cubos: los enteros equivalían a las redondas, el medio a las blancas, los cuartos a las negras y los octavos a las corcheas.” La duración de las clases en estas escuelas primarias de canto, música y cantos corales eran según el grado escolar: los de primer año llevaban 20 minutos de clase, los de segundo 25, los de tercero 30, los de cuarto 35; y en primaria Superior la clase era de 45 minutos.
Con relación a los profesores que ofrecieron sus servicios de manera particular en sus domicilios, encontramos a: Rafael Sánchez, con clases de violín, violoncello y mandolina en la calle Ojinaga n. 306; Eduardo J. Sierra en la calle Libertad n. 1007; José Perches y Porras, con clases de piano; Félix Peredo, con clases de solfeo, cantos corales (orfeón), instrumental de arco, armonía, composición e instrumentación; el profesor Ole Olsen, violinista, ofrecía sus servicios profesionales en la calle Juárez n. 514. Adela Bueno de Campillo ofreció sus servicios como profesora de música en la calle Ojinaga n. 711, y el señor Julio Ávila impartía clases de oboe en el Teatro Betancourt, ambos en 1903. Carlos Murguía, pianista y profesor de composición, llegó de México y estableció una academia en esta ciudad; José Guadalupe Rico, d. Ramón Baquero y Mauricio Jara ofrecieron sus servicios de clases de música; Pablo Ortiz fue maestro de piano a domicilio en 1909.
Aurelio Hinojos se desempeñó como profesor de piano; María Rivas fue profesora de música instrumental; en 1904 Guillermo Moye con clases de cítara en la calle Aldama n. 523; Carlos C. Ramírez impartió clases de solfeo, piano,
violín y mandolina en la calle Mina n. 414, en el año de 1909.
Todos estos maestros fueron los encargados de preparar músicos de calidad en la ciudad de Chihuahua durante las últimas dos décadas del siglo XIX y las primeras tres del XX. Esta misma función la cumplieron las escuelas del municipio y las independientes, que principalmente enseñaron solfeo e instrumentos de aliento, por ser la época de las bandas militares, aunque también se ofrecían clases de piano, mandolina y cítara, violín, cello, armonía, contrapunto y canon y fuga, pero de cualquier manera predominaba la enseñanza de solfeo e instrumentos de aliento. En las escuelas primarias las principales materias fueron canto y conjuntos corales, base sólida en la educación musical de los niños.