Ensayo publicado en el libro
CHIHUAHUA, HORIZONTES DE SU HISTORIA Y SU CULTURA
Coordinado por Jesús Vargas Valdés
TOMO II
Páginas 191 a la 207
2010, MILENIO Y MULTIMEDIOS
LA
MÚSICA EN CHIHUAHUA
1838
- 1910
“La música no es ilusión, sino más bien revelación.
Su fuerza avasalladora reside en el hecho de revelarnos belleza
que en ninguna otra parte encontramos
y cuya percepción no es transitoria,
si no perpetua reconciliación con la vida”.
Peter Tschaikowsky.
Chihuahua ha tenido, a través
de la historia, un linaje de artistas que le han dado prestigio a esta tierra
en el ámbito nacional e internacional. En la música, siendo una de las
manifestaciones de más arraigo en cualquier pueblo y en cualquier época, lo ha
hecho a través de sus intérpretes y compositores. La música es también un
elemento importante del patrimonio cultural de un pueblo, ya que logra que los
habitantes del lugar donde se gesta se identifiquen con ella, creando a través
del tiempo un elemento de identidad.
La educación musical en
Chihuahua 1838-1910: Sus escuelas, sus funciones y sus músicos, es un ensayo
donde los archivos hemerográficos y del municipio, así como entrevistas y
partituras de compositores chihuahuenses, son el pentagrama en que se escribe
mi propia versión de esta historia musical, sin ignorar, por supuesto, los
adelantos de las investigaciones de Joaquín Márquez Montiel, Carlos Farfán
Orozco y Roberto Francisco Pérez Galindo.
A través de este recorrido
histórico, que inicia con el nacimiento de la primer escuela de música en 1838
y culmina con los festejos del primer Centenario de la Independencia de México
en 1910, se engarzan las actividades musicales más relevantes del periodo
mencionado con las Escuelas de Música que dieron frutos en la conformación de
bandas, orquestas, quintetos, septetos, maestros de música, instrumentistas,
distribuidores de partituras e instrumentos, organizadores y promotores de
eventos artísticos, y la formación de compositores que dejaron su obra plasmada
en partitura.
Algunos de estos músicos
fueron nativos de Chihuahua, otros llegaron de estados vecinos y dejaron un
legado cultural, considerándolos chihuahuenses por adopción ya que la mayor
parte de su vida la vivieron en esta ciudad, donde crearon la mayoría de su
obra, que tuvo en su momento un impacto social en Chihuahua, México y el
extranjero.
LA
EDUCACIÓN MUSICAL
El polvo se levantaba formando
nubes de gloria, el ejército Trigarante entraba a la ciudad de México en 1821,
marcando la pauta del México independiente, y posteriormente, a las reformas
que darían rumbo al país. La educación sería una de las principales
plataformas.
En la ciudad de Chihuahua se
proclamó la educación como el medio por excelencia que serviría para alcanzar
una nación cuyos habitantes tuvieran los mismos valores, así como los mismos
conocimientos. Sobre estas bases se decretó en 1827 la educación superior, y en
1828 se fundó el Instituto Literario, que en el año de 1881 adquirió el nombre
de Instituto Científico y Literario. Esta institución, durante el resto del
siglo XIX y la mitad del XX, fue la más importante en la educación de los
habitantes de esta ciudad.
¿Pero existió una educación
musical con un nivel académico en la ciudad de Chihuahua que formara
filarmónicos? ¿Era la educación musical meramente empírica? ¿Existían otras
formas de educación musical? ¿Cómo surgieron músicos y compositores de la talla
de José Perches Porras y sus hijos Antonio, José y Jesús Perches Enríquez,
Guillermo Ramos Sánchez, Francisco Moure Holguín, Ernesto Talavera Escandón,
Antonio Maguregui Herrera, Arturo Tolentino Hernández, Jesús Martínez González,
entre otros, que han dejado a Chihuahua un legado cultural en el área de la
composición? ¿Cómo se conformaron las principales agrupaciones musicales;
bandas militares, municipales y las orquestas? ¿Por qué Chihuahua fue una
ciudad atractiva culturalmente hablando para los eventos y artistas nacionales
e internacionales?
En 1838, por las calles
empedradas del Chihuahua de antaño sonaban los cascos de los caballos, mientras
el rechinar de las ruedas de los carruajes se mezclaba con las voces y risas de
los adolescentes, que llevaban entre sus libros un cuaderno pautado. Se abría
la primera escuela de música de la ciudad de Chihuahua el 21 de junio de 1838,
instituida por el gobernador Ignacio Irigoyen, bajo la batuta de los profesores
Manuel Ruiz de la Peña y José Ignacio Perches, quien era compositor, maestro de
piano y órgano. Los inicios de esta escuela se dieron a conocer, a dos años de
su fundación, en el periódico El
Noticioso de la ciudad de Chihuahua el 29 de noviembre de 1840 y en un
documento del archivo del Ayuntamiento fechado el 21 de junio de este mismo
año, donde se asienta que la referida escuela tenía 24 meses practicando y ya
estaba en condiciones de amenizar eventos o ceremonias por medio de su Banda.
El General Ángel Trías subsidia durante su gestión como Gobernador estos
inicios académicos; continúa la labor el gobernador Monterde y, finalmente,
Ángel Trías brinda de nuevo su apoyo hasta su desaparición en 1850.
Esta primera escuela
formalmente se llamó Banda de Música del Ayuntamiento de Chihuahua, ya que era
la época en que se vivía el auge de las bandas, agrupaciones musicales que
acompañaban el movimiento de los álamos de las plazas públicas, con melodías
que los chihuahuenses escuchaban al caer la tarde después de la jornada laboral
en las serenatas establecidas por el
Municipio.
Banda militar dando serenata en La Despedida, en calles 10a y Paseo Bolivar.
Foto: Archivo particular de César Ponce.
La instrucción fue
concretamente dedicada al estudio teórico práctico del solfeo y el aprendizaje
en la ejecución de un instrumento de aliento. La escuela tenía una función muy
específica: formar la Banda de Música del Ayuntamiento (de la cual fue director
José Ignacio Perches, quien años después llegó al altar con la chihuahuense
Ángela Porras y compuso una marcha dedicada a Miguel Auxa, con versos de Eligio
Muñoz).
Diez mil habitantes había en la ciudad de Chihuahua cuando la primera escuela
cerró sus puertas en 1850, dejando sin formación musical a los jóvenes
chihuahuenses. Chihuahua, a pesar de la guerra contra los apaches, seguía
siendo una ciudad atrayente para los europeos; el desarrollo económico, social,
político y cultural que se visualizaba en la capital, hizo llegar a chinos,
árabes, franceses, libaneses y alemanes, para hacer vida en esta tierra durante
la segunda mitad del siglo XIX. Por el camino real de tierra adentro, llegaron
cargados de ilusiones y esperanzas, desde la ciudad de México y procedentes de
Alemania los hermanos Gustavo y Carlos Moye Beker. Gustavo contrajo matrimonio
con la chihuahuense Eulalia Portillo, con quien procreó catorce hijos; tres de
ellos dejarían su huella en el arte de la Música y la Pintura.
Calentaba el sol de verano, las paredes de adobe vibraban con el sonido de los
instrumentos y las voces que repasaban las lecciones de solfeo. Nuevos
ejecutantes de trombón, barítono, pistón, saxofón (alto, soprano, tenor y
barítono), contrabajo, clarinete, flautín y tambor con redoblante y platillo,
recibían educación musical en 1851; esta vez bajo la dirección de Miguel Nájera
y Juan Armendáriz, quienes inician actividades académicas al abrir las puertas
de la que sería oficialmente la segunda escuela de música, fundada el 13 de
Julio.
Dieciséis días después, Francisco
Sandoval se hace cargo el 29 de julio de las clases de solfeo e instrumento, al
abrirse la tercera escuela de música dentro de la escuela de primeras letras de
Eduardo Elías. Dos pesos mensuales pagaba un alumno por recibir clases.
Estas nuevas escuelas, al
igual que la de 1838, ofrecían el estudio del solfeo e instrumentos de aliento.
Ubicada en la casa contigua a
la Tercera del Tabaco, en 1853, se anuncia la fundación de la cuarta escuela de
música; las ilusiones de un músico perteneciente a la segunda población más
antigua del estado, Valle de Allende, da la noticia el 8 de enero en el
periódico El Centinela. La dirección
estaba a cargo de su fundador, el profesor Isabel Larrea, quien ya contaba con
una escuela de música en su pueblo natal. Establecido en la capital del estado
y después de cuatro meses de inaugurada su nueva escuela, abandona la
instrucción musical en Valle de Allende para dedicarse a formar profesionistas
de la música en la capital.
En el noveno mes de 1853,
Ignacio Perches y Ángela Porras, alegran sus vidas con el nacimiento de su hijo
José Perches Porras, quien sería uno de los maestros de solfeo, conjuntos
corales, instrumentación, dirección de orquesta y piano más importantes que
tuvo Chihuahua desde 1870 hasta 1910. José Perches Porras, inició sus estudios
de música con su padre y los perfeccionó en el Conservatorio Nacional de la
ciudad de México donde obtuvo el título de profesor, institución que le otorgó
una medalla por ser el primer lugar de su generación, distinción que muestra la
dedicación y profesionalismo de este músico chihuahuense. Una beca para
estudiar en Europa queda en ofrecimiento; José Perches Porras regresa a
Chihuahua debido a una enfermedad de su madre, que finalmente terminaría con su
vida.
José Perches Porras
Cinco años después, el 17 de
diciembre de 1858, nace Guillermo Carlos Moye Portillo, del matrimonio del
Gustavo Moye y Eulalia Portillo, quien se convertiría, después de la educación
musical brindada por su padre, en el primer concertista de cítara en esta
ciudad, instrumento que don Gustavo trajo desde Alemania y se convirtió en un
atractivo visual y auditivo para los chihuahuenses durante los conciertos que
Guillermo realizó de 1880 a 1910, como solista, o con la agrupación que formó
con los doctores Lemus y Pedro M. Muro, en el piano; Eduardo Ortiz, violín; Dr.
Daniel Muñoz Lumbier, violín y cello; Lola y Ángela Nájera, Carlos Nieto y
Marina Hirigoity, interpretaban otros instrumentos, y Guillermo Moye la Cítara.
“Era un instrumento precioso,
de origen alemán, tenía incrustaciones de nácar y contaba con 16 cuerdas, la
púa con que se tocaba era de oro”. (Carmen Moye Gámez, 1995)
Sueño
en las montañas y Recuerdo
de Baden, Baden fueron dos de las piezas interpretadas en la cítara por
Guillermo. “Quienes lo conocieron y oyeron en los muchos y brillantes
conciertos que dio en Chihuahua, estuvieron acordes en atestiguar que era en
verdad un maravilloso citarista.” (Joaquín Márquez Montiel, 1953)
Los inicios académicos en la
música en 1838, marcan la época en Chihuahua donde se sembró la semilla de la
educación musical, que vendría a dar frutos con la formación de nuevos
maestros, músicos ejecutantes y compositores; también en la formación de una
sociedad más sensible y con mayor conocimiento en las actividades artísticas
que en Chihuahua se desarrollaban.
Desafortunadamente, después de
este avance en la educación musical se hace una pausa, como en una partitura,
donde el calderón deja la nota en suspenso para su posterior continuidad. La
sociedad chihuahuense se preocupaba más que por la actividad musical, por los
sucesos políticos y militares, por la guerra local entre conservadores y
liberales, y posteriormente por la intervención francesa durante la estancia de
don Benito Juárez entre 1864 -año en que la compañía de Ramón Camacho estrenaba
el primer espacio escénico de Chihuahua el Teatro Zaragoza con la obra Los franceses
en México- y 1867.
Las bandas de música eran
fieles compañeras de los regimientos militares en sus batallas. Como referencia
se cita el 25 de marzo de 1866, cuando el ejército del Gobierno de Luis
Terrazas se hizo acompañar por una banda de música originaria de Rosales, en el
combate contra las tropas mexicanas partidarias a Maximiliano que Billot dejó
en la capital.
De cualquier manera, hay que
tomar en cuenta que una ciudad con una población entre diez mil y doce mil
habitantes revelaba un gran interés por la educación musical, al contar con
cuatro escuelas en la época referida, que proporcionarían profesionistas de
este arte a finales del siglo XIX e inicios del XX.
Concluida
la intervención francesa, don Luis Terrazas, como gobernador, establece el 1 de
mayo de 1869 (año en que da inicio, académicamente hablando, la clase de
conjuntos corales u orfeones) la quinta escuela de música: La Escoleta de Música de
Chihuahua. Eran improvisadas sesiones nocturnas llamadas escoletas, dirigidas por
algún maestro que, pagado por el Municipio o por los propios alumnos, enseñaban
solfeo y después la ejecución de los instrumentos, generalmente de banda
militar. (Garza Guajardo, Gustavo. Música en la Frontera Norte.
Memorias del coloquio de historia de la música en la frontera norte.)
Su
primer director fue José María Mena, con un sueldo de sesenta pesos mensuales;
treinta le cubría el municipio y el resto Tomas Cordero, empresario que cumplía
la función de mecenas. La materia instrumental seguía siendo de banda militar;
sin faltar la clase de solfeo, base fundamental para la interpretación de las
piezas escritas en partitura.
En
1874 hubo cambio de director; Miguel Nájera asume el cargo, ocasión que
aprovechó el Ayuntamiento para presentar un reglamento interno que contaba con
28 artículos, ordenamiento que vendría a ser el primero en la educación musical
de esta ciudad. Los tres puntos centrales referían las obligaciones del
Municipio, del director y los alumnos. El Municipio verificaba el buen
funcionamiento de la Escoleta,
el cumplimiento del reglamento y promoción de los recursos económicos. El
director tenía como obligación impartir clases de música vocal e instrumental
todos los días de la semana, a excepción de los días festivos, con un horario
de ocho a diez de la noche.
“Tenía la facultad de sancionar a los
alumnos que no cumplieran con sus estudios, siendo, de acuerdo a la falta
cometida, arrestados los mayores de 16 años en la Casa del Municipio. Los
menores de 16 años eran sancionados en el establecimiento de la escuela. Por
parte de los alumnos que desearan ingresar a la escoleta, deberían permanecer
tres años obligatorios en la escuela. Esta era una condición precisa, sin ella
no se admitía a ningún alumno; asimismo, debería presentarse puntualmente a las
clases vocales e instrumentales y presentar la mayor moralidad, orden y respeto
al director.” (Fragmento del reglamento)
El
reglamento al que se hace alusión, refleja que la educación musical estaba muy
apegada a la instrucción militar; el Municipio efectivamente era el responsable
directo del sustento en todos los sentidos de esta Escoleta de Música, y se
veía beneficiada con la formación de la Banda, ya que tanto el director como los
alumnos tenían la obligación de tocar en las fiestas nacionales, en los paseos
de la Alameda
los días de fiesta, las serenatas de los jueves y domingos en las plazas
principales, reuniones de la Guardia Nacional, y en cualquier ocasión que
fueran solicitados.
Efectivamente,
a los alumnos que no cumplieran con esta obligación eran sancionados con
permanecer en el establecimiento de la escuela estudiando solfeo y su
instrumento. Pero no todo eran sanciones, al alumno que terminaba sus tres años
de estudio y servicio en la
Banda, se le otorgaba, por parte del Ayuntamiento, el
instrumento musical con el que prestó sus servicios, un uniforme y una banda
que lo distinguía como filarmónico, distinción que le daba prestigio ante la
sociedad.
En
1879, la Escoleta de Música tenia de director a Isabel Larrea, y en la ciudad
de Colima, el 3 de marzo de este año, el licenciado Francisco N. Ramos y
Margarita Sánchez Aldana -originarios de Guadalajara, Jalisco-, reciben a su
segundo hijo, a quien pusieron por nombre Guillermo Ramos Sánchez.
Guillermo
fue el principal personaje en la vida musical de Chihuahua en la década de 1900
a 1910. La familia Ramos Sánchez llegó a Chihuahua en 1887, es aquí donde Guillermo
[…] recibió la educación básica
desde la edad de 8 años y después los estudios ya específicos en el arte de la
música, los cuales cultivó durante toda su vida; en Chihuahua fue donde realizó
toda su obra. Guillermo estudió solfeo, armonía, canon y fuga, piano, guitarra,
violín, mandolina, técnica del canto y muy especialmente conjuntos corales. Su
talento natural y su dedicación al estudio lo llevaron a convertirse desde
joven en uno de los principales protagonistas en este bello ramo del arte, así
como en el compositor más prolífico y versátil de esta ciudad durante los
primeros treinta años del siglo XX, logrando escribir desde canciones populares
e infantiles hasta zarzuela y ópera. (Libro: Guillermo Ramos Sánchez, músico
chihuahuense, pág. 34)
En su
obra recopilada en partitura, o sólo por el nombre y crónicas periodísticas, se
encuentran 23 de corte popular o de salón, 14 infantiles escolares, 8 zarzuelas
y una ópera. Su composición más conocida a nivel nacional es la canción
mexicana Desde que te vi venir,
ganadora del primer lugar en el concurso convocado por El Universal de la ciudad de México en 1921. Algunas de sus
composiciones fueron: Mens Mortua y Stabat Matter de 1902; las danzas Caprichosa y Danza para contrabajo; las canciones Toi (de 1910), ¿Volverás?
(1911), El lunar de tu mejilla (de
1920), ¿Vamos p’allá? (danzón de 1920),
El Viejo (danzón), Semper (canción de 1924), La Tarahumarita (de 1925) y Majalca (de 1926); y sus valses Ensueño, Scherzando, Poema, Hortensia, Lala,
Mi reina y Esperanza, estas dos últimas de 1926. Guillermo Ramos falleció en
Chihuahua en 1952.
Guillermo Ramos Sánchez
Archivo: Raúl Balderrama Montes
Partitura de la Romanza: Toi, de 1910
Archivo: Raúl Balderrama Montes
Partitura de la canción, ¿Volverás? de 1911
Archivo: Raúl Balderrama Montes
Fueron
varios los directores que la
Escoleta de Música tuvo durante su vida académica, además de
José María Mena y Miguel Nájera: Rosalío Fernández Chávez, en 1875; Gregorio
Ynostroza en 1876; e Isabel Larrea, en 1877.
Dos
profesores fungieron como ayudantes durante las actividades de esta
institución: Jesús García y José Perches Porras. Este último iniciaba sus
actividades musicales después de estudiar en la ciudad de México. Contaba con
21 años en 1874, cuando ingresó a impartir sus conocimientos de solfeo y
conjuntos corales, (esta última materia era exclusiva para niñas). Un año
después, en 1875, la noche congregó a los citadinos en la calle Manuel Ojinaga,
donde vestidos de gala llegaron para la inauguración del teatro Betancourt.
José
Perches Porras, al cerrar de manera provisional la Escoleta de Música en 1879,
inició su propia Escuela de Música -la sexta en este siglo XIX-, donde impartió
clases particulares de solfeo y piano para niñas de escasos recursos. Isabel
Larrea, con el apoyo del gobernador, logra continuar con las clases de la Escoleta de Música. Ambos intentos duraron poco
tiempo, ya que la nueva ley establecida en el ramo de la educación musical a
inicios de 1880, prohibía que las clases de niñas fueran impartidas por un
profesor varón. Así, Isabel Larrea pierde la clase vocal, y es nombrada Ángela
Perches Porras, hermana de José Perches Porras, quien también pierde sus clases
de piano.
Con la suspensión de esta escuela, quedan
privadas algunas niñas pobres, de aprender un ramo tan útil e importante, tanto
para ellas como para la sociedad chihuahuense. (escrito presentado por Antonia
Ferrales Bonilla, Archivo Histórico Municipal de Chihuahua, fondo Porfiriato,
sección Secretaría, caja 2, expediente 7)
Esta
solicitud otorga a Antonia Ferrales Bonilla la autorización para impartir las
clases de piano dentro de la Escuela No. 1 para niñas, donde acudieron las seis
alumnas que José Perches Porras tenía en su escuela.
En
1881, es finalmente cerrada la clase instrumental de la Escoleta de Música que impartía Isabel Larrea;
los instrumentos y archivo musical se resguardaron en el edificio del Municipio
y cambia el nombre de la Escoleta de
Música por el de Escuela Municipal de
Música para Niñas No.1, con Ángela Perches Porras al frente. La señorita
Perches tenía como una de sus obligaciones presentar informes de manera
constante al Municipio. Como referencia del crecimiento de esta escuela se cita
que en 1886 ya contaba con 21 alumnas de solfeo, 33 en canto y 12 de piano, y
la educación se centraba en 6 métodos de piano, 12 de canto y 21 para teoría.
Las ilusiones de algunas jovencitas estudiantes por recibir una formación
académica en la música que le permitiera tocar el piano, eran truncadas por
situaciones tan desafortunadas como el no tener zapatos, principal causa de su
ausencia en las clases.
Dos
sucesos importantes marcaban de manera significativa la vida de José Perches
Porras en 1882: El primero de ellos en el ramo profesional, al presentar al
ayuntamiento el 27 de junio, en compañía del músico de Valle de Allende Isabel
Larrea, un proyecto para abrir la Escuela de Música para Jóvenes, que vendría a ser oficialmente la
séptima escuela de música de la capital. En este nuevo inicio se incluían las
clases de música vocal e instrumental, teórica y práctica, solfeo, armonía,
contrapunto, canon y fuga, materias que brindaron una mejor formación académica
a los sesenta alumnos que tenía como capacidad. Durante los tres años de
estudio, los directivos, maestros y alumnos, se comprometían a preparar músicos
que formaran en un futuro parte de la banda del municipio, las bandas militares
y orquestas.
La Escuela de
Música para Jóvenes fue aprobada por el gobernador y el congreso el 20 de
octubre de 1882.
El
segundo fue en el ramo familiar, ya que un mes antes José Perches Porras, había
recibido el nacimiento de su primer hijo, el 21 de
septiembre, y le puso por nombre: José Perches Enríquez, quien desde niño
inició sus estudios de solfeo y la ejecución del piano bajo la instrucción de
su padre. En 1898, a
la edad de 16 años, José Perches Enríquez participó en un recital en el Casino
de Chihuahua, donde convocaron a los mejores elementos musicales del estado;
ejecutó en el piano la Rapsodia número 2
de Franz Liszt. Su interpretación le valió que el Gobernador Miguel
Ahumada, -quien estaba presente- le concediera una beca para continuar sus
estudios en el Conservatorio de la
Ciudad de México, ingresando en 1899 bajo la dirección del
maestro Julio Ituarte. Se graduó, igual que su padre, con premios y primeros
lugares, y se hizo acreedor de un piano de cola y una beca para continuar sus
estudios en Europa, oportunidad que desechó igual que su padre. Sus conciertos
se escucharon en México, Centroamérica y Sudamérica, presentándose en los
mejores teatros de Brasil y Argentina. En 1930 cambió su residencia a los
Ángeles, California, para trabajar en Hollywood. Entre sus composiciones se
encuentran los valses Alicia y Capricho, su danza Toño y su danza oriental Secreto
eterno, que escribió en 1919. Murió en los Ángeles, California, en 1939.
José Perches Enríquez
Archivo: Raúl Balderrama Montes
Partitura de la danza, Secreto Eterno de 1919.
Archivo de Raúl Balderrama Montes
El
primero de febrero de 1883, José Perches Porras e Isabel Larrea inician las
actividades académicas en la
Escuela de Música para Jóvenes, con el mismo reglamento
establecido en la Escoleta de Música fundada en 1869. Los apoyos para esta
nueva escuela, por parte del Municipio, fueron enfocados en la adquisición de
nuevos instrumentos y repertorio para banda, con una inversión de mil veinte
pesos. La primer casa de música “Francisco
MacManus e hijos”, fundada en 1882, fue la proveedora de esta dotación
instrumental y de partituras.
La
Escuela de Música para Jóvenes fue un importante avance en las actividades
académicas de la ciudad. La base que se había logrado en las anteriores
escuelas, se venía a reforzar con esta nueva estructura académica donde los
jóvenes chihuahuenses recibieron una educación más sólida para desarrollarse
como músicos profesionales en la interpretación y la composición.
Un
acontecimiento más sobresaliente se registra a casi dos meses de iniciadas las
actividades académicas en la Escuela de Música para Jóvenes, seceso que viene a
ser el más importante en el área de la música en la década de 1880. La visita
de la Compañía de Ópera Mexicana, “Ángela Peralta”; arribó a esta capital el 21
de marzo, para quedarse por más de dos meses. El emotivo recibimiento por los más
de seis mil chihuahuenses que se congregaron en la estación de ferrocarril, se
le manifestó de igual manera en las presentaciones que realizó en el Teatro
Betancourt.
Rómulo Escobar escribe sobre este acontecimiento: “En su presentación Ángela Peralta desempeñó
con notable lucimiento el primer papel en la magnífica partitura del maestro
Verdi que lleva por título La Traviata o la Dama de las Camelias”. También
se menciona como parte de su primera función la obra Hernanni o El honor castellano.
El comentarista e historiador Lorenzo Arellano Schetelig, escribió
55 años después de los hechos; “Por
aquellos días, los habitantes de esta ciudad no hablaban de otra cosa que de
arias y partituras, de notas felices y brillantes; de Rossini, de Donizetti, de
Bellini y de Flotow”. Y el periódico oficial de Chihuahua, en mayo 12 de
1883 publicó: Para hacernos más amena
esta función, la señora Peralta tendrá la exquisita amabilidad de cantar el Ave
María de Gounod y la Polka chihuahuense compuesta por la misma señora.” (Alma
Montemayor Jáuregui. Teatro y maroma. Chihuahua: siglo XVIII y XIX, P. 113)
Estos últimos comentarios fueron a tres días del concierto que
realizó Ángela Peralta en el teatro Betancourt, el 15 de mayo, en apoyo a una
casa de beneficencia de Chihuahua.
En Mazatlán, Sinaloa, a causa de la fiebre amarilla, se apagó en
este año de 1883 el canto del “Ruiseñor
Mexicano” -como era nombrada Ángela Peralta-, dejando de existir a la edad
de 38 años.
Durante
los nueve años que duró la Escuela de
Música para Jóvenes, se realizaron cambios de directores y subdirectores
por diversas razones. En el mes de febrero de 1886, José Perches Porras es
destituido de su puesto por Juan Zuloaga, del Municipio, ocupando su lugar
Anastasio Sura, quien solo duró al frente un mes veintisiete días, nombrándose
de manera provisional a Evaristo Salinas y como ayudante a Benito Morgan –ex
alumno de esta Escuela de Música para
Jóvenes-. Para el 20 de junio, Juan Vázquez asume el cargo de director y
Evaristo Salinas el de subdirector, quienes no cumplen ni treinta días cuando
presentan su renuncia. El profesor
Juan Vázquez regresa a su puesto a finales de 1886, y Francisco Marín suple a
Evaristo Salinas hasta el mes de octubre de 1887. Los cambios de directivos
continuaron; Onofre Castillo -quien había estudiado en la Escoleta de Música y participado en la Banda del Municipio- ocupa
el puesto de subdirector el 29 de febrero de 1888 y para el 8 de mayo Juan Vásquez
Calderón entrega la batuta a Pedro Solórzano.
Cuando
todo parecía inestable e incierto para aquellos que luchaban por mantener una
enseñanza formal en la música, en Sierra Mojada, Coahuila, nace en 1888, otro
de los compositores que dejó un legado cultural en Chihuahua, el autor del vals
Ojos de Juventud. Arturo Tolentino Hernández.
Arturo
llega al Poblado de Santa Eulalia en 1901 y posteriormente cambia su residencia
a la ciudad de Chihuahua, donde vivió hasta 1937, para emigrar a la fronteriza
ciudad Juárez, donde vivió hasta el día de su muerte, ocurrida en 1954. Arturo
Tolentino, desde sus inicios en la música como autodidacta demostró que poseía
un talento natural para la composición. Su madre, Herlinda Hernández, quien
tocaba el piano y también poseía el talento de la composición, fue quien brindó
a Tolentino los inicios en este oficio. Cuando Arturo Tolentino era un
adolescente y vivía en la calle Libertad No. 210 de Chihuahua capital, con
rostro sonriente, ojos brillantes y paso rítmico, se incorporaba a los desfiles
conmemorativos tocando la Trompeta.
Antonio
Maguregui Herrera y Francisco Moure Holguín, fueron dos compositores que
dejaron en partitura las primeras composiciones que Tolentino Hernández les
llevaba interpretadas de manera entonada. Es Antonio Maguregui quien plasmo en
partitura la famosa pieza Ojos de Juventud, ese hermoso vals que aun en
nuestros días, los de cabello cano tararean y cierran los ojos recordando
aquellos tiempos. El autor puso la música, la letra es del poeta Guzmán Águila,
y los arreglos de Antonio Maguregui.
En la
década de 1920, Arturo Tolentino estudió música y sus nuevas composiciones
fueron plasmadas en el pentagrama por su puño y letra. Su obra cuenta con
piezas tan bellas como el fox trot Alma parralense, los valses En alas del
ensueño, Almas gemelas, Sonrisas de primavera y Flor María, la marcha Parral
unionista, la danza Ven por siempre y su Intermezzo Sinfónico, estrenado el 23
de abril de 1926 por la Orquesta Sinfónica Chihuahuense, por nombrar solo
algunas ya que su obra suma más de treinta, y se en encuentran en El Paso,
Texas, bajo la custodia de un familiar.
Arturo Tolentino Hernández
Archivo de Raúl Balderrama Montes
Portada de partitura original del vals Ojos de Juventud, 1920.
Archivo: Laura Escobar.
Portada de la partitura del vals Ojos de Juventud, editada en 1923 a nivel nacional
Archivo de Raúl Balderrama Montes.
El año
de 1892 fue la fecha en que cerró sus puertas la Escuela de Música para
Jóvenes, bajo la dirección de Pedro Solórzano. No sufrió el mismo casó la Banda
del Municipio, ya que perduró hasta 1896, año en que Franco Fernández presentó
al Municipio un inventario de la instrumentación, métodos y repertorio que
utilizaba esta Escuela de Música para Jóvenes.
La
descripción muestra cómo era la dotación instrumental y quienes sus ejecutantes;
los métodos, las bases de la formación de músicos y compositores; y el
repertorio, la decisiva influencia francesa en Chihuahua. La relación la recibe
Juan Vázquez Calderón, quien fuera el director de esta Escuela de Música para
Jóvenes en 1886.
En
este mismo año de 1892, cuando esta importante escuela deja de formar músicos,
Prisciliano Talavera y Margarita Escandón reciben a su hijo, que llega a esta
vida el 9 de abril, y ponen por nombre Ernesto Talavera Escandón, quien sería,
hasta 1971, uno de los mejores violinistas de Chihuahua. “El maestro Talavera,
era llamado aquí en Chihuahua ´El mago del violín`, por el virtuosismo con el
que tocaba este instrumento”. (Moisés Ordáz, 1995) Sus primeros estudios los
realizó en Chihuahua; después en el Conservatorio Nacional de México, siendo
uno de sus maestros Julián Carrillo. Ernesto Talavera terminó sus estudios con
mención honorífica en solfeo, y le otorgaron como premio un violín.
Una
beca para continuar sus estudios en el Conservatorio de Berlín, Alemania, lo
motiva a realizar el viaje, un viaje que se trunca en Nueva York por el inicio
de la primera Guerra Mundial. En esa ciudad continuó sus estudios y ofreció su
primer concierto en el Town Hall. A su regreso a Chihuahua, formó parte de
diversas agrupaciones y orquestas, donde fue el violín principal. Sus
composiciones fueron: Idilio, vals de
1914, Jarana chihuahuense y Habanera, compuestas en la década de
1920, y el vals Chiquita, en 1932.
Ernesto Talavera falleció en Chihuahua en 1971.
Ernesto Talavera Escandón
Archivo de Raúl Balderrama Montes.
Partitura de la pieza Idilio de 1914
Archivo de Raúl Balderrama Montes.
En el
quinto mes de 1894 en el pueblo de Hidalgo, Durango, Antonio Maguregui Herrera,
otro músico que formó parte importante en la historia musical de Chihuahua,
inicia su vida el 20 de mayo, siendo sus padres el español Jesús Maguregui
Palacio y Asención Herrera. La Familia Maguregui Herrera llegó a la ciudad de
Chihuahua en 1913, junto con sus padres y hermanos: José Inés, María Luisa,
Jesús, Valentina, Eleuterio, Lázaro, Carlos y Román. Don Jesús fue el principal
maestro de música de Antonio Maguregui y demás hijos. Para 1914, Antonio ya
tocaba la trompeta en la Orquesta Maguregui, establecida por su padre. En
Chihuahua nacen Octavio, Efrén y Bernardino, conformando una familia que se
convirtió en una de las protagonistas de la vida musical en Chihuahua, dejando
su herencia musical en sus hijos y nietos, que hoy en día son destacados
músicos en la ciudad de Chihuahua y Ciudad Juárez. Algunas de las composiciones
de Antonio Maguregui Herrera son el paso doble ¡Ole! Los dos gorditos, las marchas, Gobernante Educador y Marcha
Chihuahua, y el Himno Instituto
Científico y Literario. El maestro Antonio Maguregui falleció en Ciudad
Juárez en 1974.
La Escuela de Artes y Oficios y Francisco
Moure
Ubicada
en la calle Mina, entre Cuarta y Sexta, La Escuela de Artes y Oficios, fue
inaugurada el 16 de septiembre de 1897 por el gobernador Miguel Ahumada. En
ella se impartían clases de carpintería, herrería, fundición, zapatería,
plomería, imprenta y mecánica. Las cátedras de música eran de instrumentos de
banda tipo militar y solfeo, y se tenía la misma obligación que las anteriores
escuelas de música: formar la Banda de Música del Municipio.
Unido
a este nuevo inicio académico, y a menos de un mes de fundada esta importante
institución, surge otro acontecimiento que será recordado en la historia de la
música: el autor de el vals Julia,
Francisco Moure Holguín, llegó a esta vida el 15 de octubre de 1897, siendo sus
padres Sebastián Moure y Jovita Holguín.
Sus
primeros estudios los recibió de su padre, quien era flautista, y
posteriormente de Mariano Rubio, Manuel Díaz y Salome Ramírez, con clases de
solfeo, violín y armonía. Moure perteneció a las agrupaciones más importantes
de Chihuahua, quintetos, septetos y orquestas clásicas, tocando el violín y
llegó a ser el director de la Banda de Músico del Estado de 1944 a 1964. Sus
composiciones más conocidas son: los valses, Te amo (1916), Salvador (1917),
Edith, Aquel Amor, Vals de las Calabazas,
Carlota, Primavera de amor, Julia (1924), Sueño y realidad (1928), Mon
Amour, Atardecer, María Elena y Luz;
las polkas, Clarita, San diego (1922)
y Calle siete (1930); fox–trot, Vivan
las pelona; el danzón, Los coyotes;
Las piezas Santa Rita, Los reservistas;
las canciones, Los besos que te di y
Atardecer.
Francisco
Moure murió en Chihuahua en 1964.
Francisco Moure Holguín
Archivo de Francisco Moure Beltrán
Partitura del vals Julia de 1924
Archivo de Raúl Balderrama Montes
Partitura del danzón Los Coyotes
Archivo de Raúl Balderrama Montes
Partitura del vals Salvador de 1917
Archivo de Raúl Balderrama Montes
Partitura de la polca Calle Siete de 1930
Archivo de Raúl Balderrama Montes
La educación musical particular
Mientras
las escuelas de música impartían sus conocimientos bajo una institución que las
subsidiara y avalara, los profesores con conocimientos en la materia ofrecían
en sus domicilios clases particulares durante la época que nos ocupa. Rafael
Sánchez, impartía clases de violín, violoncello
y mandolina en la calle Ojinaga núm. 306; Eduardo J. Sierra, en la calle
Libertad núm. 1007, solfeo e instrumentos de cuerda y aliento; Félix Peredo,
solfeo, cantos corales, instrumental de arco, armonía, composición e
instrumentación; Ole Olsen, con clases de violín en la calle Juárez núm. 514;
Adela Bueno de Campillo ofreció sus servicios como profesora de música en la
calle Ojinaga núm. 711 y Julio Ávila impartía clases de oboe en el Teatro
Betancourt, ambos en 1903; Carlos Murguía, pianista y profesor de composición;
José Guadalupe Rico, Ramón Baquero y Mauricio Jara ofrecieron sus servicios de
clases de música; Pablo Ortiz fue maestro de piano, a domicilio, en 1909;
Aurelio Hinojos se desempeñó como profesor de piano; María Rivas fue profesora
de música instrumental; Guillermo Carlos Moye, con clases de cítara en la calle
Aldama núm. 523, en 1904; Carlos C. Ramírez impartió clases de solfeo, piano,
violín y mandolina, en la calle Mina núm. 414, en 1909.
La educación musical en las Escuelas
Elementales y Superiores
Dentro
del plan de estudios de las escuelas primarias elementales y superiores,
específicamente de 1896 a 1910, se impartieron las clases de canto, cantos
corales y música. En el primer y segundo año de estudios, la clase de canto era
el aprendizaje de las canciones a una sola voz, y en el tercer y cuarto año, a
dos voces. Ambas clases eran aprendidas por la audición.
En la
primaria superior, las clases de canto se estudiaban dentro de la clase de
música. La práctica coral era al unísono, coros en combinación de diversas
voces y el conocimiento de la clave de sol. Dentro de las escuelas
suplementarias, la clase de música era específicamente de conjuntos corales,
interpretando canciones e himnos cortos. La duración de las clases de canto,
música y conjuntos corales de las escuelas primarias elementales y superiores,
eran según el grado escolar: los de primer año llevaban 20 minutos de clase;
los de segundo, 25; los de tercero, 30; los de cuarto 35; y, en primaria superior
la clase era de 45 minutos.
Copisterías
No
menos importantes fueron las copisterías, negocios que cumplieron una función
sustancial en la difusión y reproducción de la música de la época. La
copistería El Cristal, de Andrés Orona, ubicada en la calle Allende 1378, fue
la principal reproductora de partituras originales a mano, en la cantidad
solicitada por autores y compañías de zarzuelas y óperas que llegaban a
Chihuahua. Gracias a las copisterías se conocen composiciones de autores
chihuahuenses, que nos permiten saber, de una fuente tan importante como es una
partitura, cuáles eran las estructuras musicales, los géneros de la época y las
piezas más sobresalientes en Chihuahua durante el periodo estudiado.
Sucesos importantes en Chihuahua de 1899 a
1910
Con
fecha 16 de septiembre de 1898, el general Miguel Ahumada, inicia la
construcción de uno de los teatros más hermosos de México, el Teatro de los
Héroes, y da inicio en Chihuahua capital una actividad artística, donde los
músicos formados, académicamente hablando, en las escuelas referidas, inician
un movimiento cultural que se manifestó de 1899 a 1910. Surgen las agrupaciones
de corte clásico, asociaciones artísticas, agrupaciones, casas de música y
promotores culturales, y se presentan a la sociedad las composiciones musicales
del principal compositor de esta época: Guillermo Ramos Sánchez. Canciones
populares y de salón, música infantil y escolar, zarzuela y ópera, son
presentadas en los Teatros de los Héroes, el Betancourt y el Coronado, y un
público más conocedor hace posible que un movimiento cultural se establezca por
los primeros 10 años del siglo XX.
Los Organilleros
Entre
las calles de Chihuahua, como parte del paisaje urbano, aparece en 1899 la
imagen inconfundible del organillo y el organillero, fundiéndose en melodías
como el famoso vals Sobre las olas y
tocando desde temprana hora bajo los rayos del sol, de ese sol que en Chihuahua
provoca espejismos. Su dueño José María Bueno, mandaba día a día sus flotillas
de organilleros para deleitar a los chihuahuenses que recorrían el centro de la
ciudad. No siempre eran bien recibidos, más bien, escuchados. En un artículo
publicado en El Correo de Chihuahua,
con el seudónimo D. Quintín, se manifiesta el sarcasmo de un chihuahuense
brindando su opinión sobre los organillos. Vicente A. Galicia, escritor y poeta
de esa época, fue el autor de la siguiente nota:
"LOS
ORGANILLEROS CALLEJEROS ¡Que horror eso que toca en la esquina el malhadado
instrumento, no es wals, ni nada. Si Juventino Rosas resucitara se volvía a
morir infaliblemente, al oír ese destrozo de su bellísimo sobre las olas.
Pero
que pecado tan gordo habremos cometido los hijos de esta city of Chihuahua,
como diría un libre ciudadano de la unión. Que pecados tan imperdonables, para
que nos haya desatado ese chaparrón de plagas entre las que figuran, en primer
término los insufribles organillos que desde que el sol sale hasta que vuelve a
salir otro día, se complacen en hacernos pedazos los oídos y darle terribles
palizas al arte.
Cada
quien está en su derecho de buscar un modo honrado de vivir, y quizá eso
aleguen los filarmónicos de esquina, pero protestamos en nombre del sentido
común y de los sagrados derechos del hombre, pues nadie está autorizado para
romperle los tímpanos a sus prójimos, ni para dejar con sólo cuatro sentidos a
todo un pueblo trabajador.
Músicos
de la murga, profanadores del arte, antípodas de los autores que exponéis al
escarnio público, marcháos con vuestras matracas a otra parte, a China. A
Cochinchina, al Indostán, o siquiera al bolsón de Mapimí, y si así lo hiciéreis,
sed felices por secula seculorum, y si no, que Satanás os sumerja en el averno". (El Correo de Chihuahua, enero de 1899)
Chihuahua
capital contaba con treinta mil cuatrocientos cinco habitantes en 1900, y
albergaba ya a 101 filarmónicos de carrera. Como lógico se puede catalogar, que
en 1901 los personajes más importantes de la vida musical de Chihuahua se
unieran para crear la agrupación más sobresaliente que tendría la capital hasta
1910. “Club Verdi” fue el nombre que le asignaron sus integrantes: José Perches
Enríquez, (piano y mandolina) Guillermo Ramos Sánchez, (piano y guitarra)
Roberto Ramos Sánchez, (guitarra) Guillermo Moye Portillo, (cítara) Daniel
Muñoz Lumbier (cello) Federico Ramos Sánchez, Fernando Cabrero y Telésforo
Castañeda (mandolina). Sus presentaciones eran frecuentes en la capital;
sobresale una de ellas por su anécdota, donde queda manifiesta su calidad
interpretativa: Las instalaciones del Casino de Chihuahua dieron la bienvenida
a los integrantes del Club Verdi, para una velada musical; fueron tantas las
ovaciones de los asistentes, que no los dejaron retirarse hasta que el sol de
la mañana llego anunciando un nuevo día.
Era el
3 de febrero de 1901, cuando la colonia Andabazo de ciudad Jiménez, ubicada al
sur del estado de Chihuahua, se convertía en la cuna del músico y compositor más
prolífico de Chihuahua entre 1920 y 1970: Jesús Martínez González. De este
destacado chihuahuense fueron padres José Cleofás Martínez Montemayor y
Bernardina González. Su talento musical lo refleja desde los 6 años que inicia
a tocar el piano, y a los 13 presentaba su primera composición, En tu día, dedicada a su madre.
A
través de su vida, Martínez González compuso 740 piezas, utilizando todos los
géneros musicales en las diferentes épocas que le tocó vivir: La mayoría de su
obra está bajo el resguardo de su hijo Jesús Martínez, con piezas que van desde
boleros, canciones, canciones/bolero, charleston, corridos, danzas, danzón,
fox-trot, infantiles, escolares e himnos, intermezzos, marchas, polkas,
pasa-calles, paso doble, schotís, serenatas, swing, temas religiosos, tangos y
valses. El Adolorido (1919), Bajo el cielo de Chihuahua (1932), Alma Jimenense (1933), Despertar Jimenense (1953), En el paraíso (1964), Hermosa juventud (1953), Marcha Rotaria (1933), Veteranos de la Revolución (1956) y Déjame vivir en paz, forman parte de la
obra de Jesús Martínez González, que murió en Chihuahua en 1975.
Jesús Martínez González
Archivo de Raúl Balderrama Montes
Partitura del Gran paso doble flamenco Lindas Papigochis
Archivo de Raúl Balderrama Montes
Partitura de la gran marcha !Viva Chihuahua¡
Archivo de Raúl Balderrama Montes
Ricardo Castro en Chihuahua
Frente
a la plaza Hidalgo, en 1902, las lunetas, palcos, plateas y galería que
albergaban a los mil quinientos lugares del más importante recinto cultural de
la ciudad, estaban listos para recibir a los chihuahuenses que se reunían en el
vestíbulo, donde se bifurcaban las escaleras que daban acceso a la sala
principal y palcos. Ahí esperaban el inicio del segundo concierto que ofrecería
el pianista Ricardo Castro.
Las
bandas de la Escuela Artes y Oficios y del 18º Batallón, unieron sus melodías
para brindar un recibimiento al pianista que llegaba a Chihuahua el 14 de
agosto, procedente de Durango, a brindar dos presentaciones. El allegro non troppo y allegro vivace de la
Sonata opus 78 de Bethoven, rompieron el silencio de los asistentes al
iniciar el concierto de este sobresaliente pianista. Su composición Saniller y Chant d’amour fue interpretada al inicio de la segunda parte, y las
ovaciones de los chihuahuenses congregados esa noche en el Teatro de los Héroes
vitorearon al artista al terminar las notas de la Rapsodia Húngara No. 10 de liszt. Las ovaciones siguieron su eco,
acompañando a Ricardo Castro hasta la casa que habitaba; era la noche del 17 de
agosto.
El sol
de la mañana del día 18, acompañado por integrantes del Club Verdi, despidió a Ricardo
Castro al abandonar la ciudad de Chihuahua, dirigiéndose a Gómez Palacio,
Durango, por las vías que conducían al tren que lo llevaría de regreso a su
tierra natal, no sin antes dejar publicada una nota en el Correo de Chihuahua “a la culta sociedad chihuahuense, por la
entusiasta y benévola acogida que se sirvió dispensarme, haciendo extensivos
mis sentimientos particulares de gratitud al Sr. gobernador, así como también
al Club Verdi, prensa de la capital y a El
Correo de Chihuahua, por sus
significativas y valiosas manifestaciones”. (El Correo de Chihuahua, 21 de
agosto de 1902)
Centro Artístico Chihuahuense
Por
las necesidades inherentes del inicio de un nuevo siglo, y debido a la
actividad cultural en Chihuahua, el poeta Vicente A. Galicia funda el Centro
Artístico Chihuahuense, en 1903. Las funciones de esta institución fue la
formación de compañías de ópera, zarzuela, drama, baile, circo y cuadrillas de
toros y la gestión de embarque y desembarque de equipaje, instalación y
hospedaje de compañías, formación de orquestas y pequeñas agrupaciones
musicales, renta de archivo musical, vestuario y utilería, impresión de
carteles, boletaje, programas de mano y servicio de taquilla. El Centro
Artístico Chihuahuense fue una empresa única en su época en la ciudad de
Chihuahua.
Casa Mexicana de Música
Guillermo
Ramos Sánchez y su hermano gemelo Federico, fundaron la Casa Mexicana de Música
en agosto de 1904, ubicada en la calle Libertad 511 y 513. Esta casa distribuía
una gran variedad de instrumentos musicales, principalmente pianos verticales,
de cola, pianos automáticos, pianolas, pianos eléctricos y reproductores,
órganos, victrolas ortofónicas, radiolas, instrumentos para banda y orquesta y
música grabada en discos Víctor, así como rollos para pianola y música impresa.
Cerró sus puertas en la década de 1970.
Zarzuela
y Ópera
A
finales del siglo XIX y los primeros diez años del siglo XX, las compañías de
ópera y zarzuela procedentes de Europa y México veían a Chihuahua como un foro
importante, necesario y obligado a visitar. El Teatro de los Héroes y el
Betancourt, eran los recintos adecuados para la presentación de óperas y
zarzuela. En 1901, las notas de la ópera Aída
se escucharon en el escenario del Teatro de los Héroes, el día 8 del mes de
septiembre. Era la Compañía Italiana de ópera de Mario Lombardi, que daba
inicio a los festejos de inauguración de tan importante recinto cultural. Las
óperas Manon, Tosca, Fausto y Rigoleto
esperaron su turno, y día a día deleitaron a los chihuahuenses hasta el cierre
de la temporada inaugural, ocurrida el 16 de septiembre.
La
presentación de zarzuelas en Chihuahua tuvo su auge a finales del siglo XIX y
durante la primera década del XX. La importancia y el gusto de la población por
este género musical se manifestaba en dos importantes indicadores: la asistencia
y la cantidad de zarzuelas presentadas durante los primeros tres meses de 1904
en el teatro Betancourt. Setenta y dos zarzuelas suben a escena y desfilan ante
los ojos y oídos de los asistentes desde el 8 de enero hasta el 26 de marzo,
año en que un incendio termina con la estructura de este Teatro. Se pierde la
escenografía y vestuario, y lo más importante: vidas. El terrible Pérez, La señora capitana, La banda de las trompetas, La
morenita, El motete, Dolaretes, El año pasado por agua, Enseñanza libre, Las
viejecitas, El bateo, La alegría de la huerta, La fiesta de San Antonio, Las
campanadas y Las granujas instantáneas, forman parte de la lista.
Aquel
músico que nació en Colima en 1879, Guillermo Ramos Sánchez, inicia su
producción musical en el género de la zarzuela en 1903. Con el apoyo de poetas
locales presenta a los chihuahuenses sus producciones en este género. Rodolfo
González Llorca escribe el guión de la primera zarzuela compuesta en Chihuahua:
La Muda. En el Teatro Betancourt, los días 4 y 5 de abril de 1903, la zarzuela
en un acto y cinco cuadros es estrenada.
“El
sábado se estrenó por fin “La Muda” zarzuela en un acto y cinco cuadros,
original de los jóvenes Rodolfo Llorca y Guillermo Ramos, autores del libro y
música respectivamente. La noche del estreno los autores fueron llamados a la
escena y recibieron de sus admiradores, algunos ramos y coronas de flores”. (Libro:
Guillermo Ramos Sánchez, músico chihuahuense, p.57. El Correo de Chihuahua,
martes 7 de abril de 1903, p.3)
Por
cuestiones del destino, y de manera favorable para los chihuahuenses, la
partitura original de esta obra se encontró en 1992. La música está completa y
con el texto de los personajes, faltando sólo el guión literario que une cada
cuadro de este drama.
“El
estreno de La muda en el Betancourt.
Una
concurrencia selecta y numerosa asistió al estreno de “La Muda” que como ya en
las columnas de “El Norte” hemos dicho á nuestros lectores, es una zarzuela en
un acto, original de los Sres. Prof. Rodolfo González Llorca y Guillermo Ramos.
El primero, como el público sabe, es un poeta inspirado, modesto, sin ningunas
pretensiones: un verdadero bohemio; el segundo es un joven ardiente admirador
del divino arte de la música, que cultiva con mucho éxito.
El
instante en que empezara la representación de la obrita, era esperado con ánsia
por el público. Pocos momentos después de terminar el “Duo de la Africana,” que
fue la zarzuela que cubrió el primer número del programa, comenzó por fin, la
introducción de “La Muda;” el público escucho con interés hasta el fin, y al
expirar las últimas notas de ésta, un aplauso unánime conmovió el repleto
coliseo.
Fue
alzado el telón de boca y dio principio la escena; callados los espectadores de
nuevo, no perdían palabra del diálogo sostenido entre el Dr. Sanroman y el
practicante Enrique.
Creo que
así como se acumula la electricidad en un condensador, el entusiasmo se
aumentaba por momentos en el pecho de todos los presentes; porque, cuando de
una manera magistral y con frase elegante y elevado lenguaje, hizo Sanromán la
espléndida pintura del amor, estalló con el estruendo que produce la lava del volcán
al razgar la corteza que la aprisiona y derramarse impetuosa inundando los
flancos de la montaña. Aquello era un frenesí: aplausos, dianas, gritos de
entusiasmo que pedían la aparición del poeta y... emosionadísimo se presentó
éste ante el público; el ruido se aumentó, el entusiasmo, antes delirante,
llegó á su grado máximo, muchos volaron al escenario para felicitar al autor,
que conquistaba un nuevo lauro para sus sienes, en la noble lucha del
pensamiento.
Los
pocos conocimientos que poseemos, tanto en música como en literatura, no nos
permiten emitir un juicio acerca de la obra; sólo diremos que si ella tal vez
no carece de lunares, muy disculpables por cierto en artistas tan noveles,
abunda en cambio en pasajes que con acento enternecedor hablan al corazón, y
que, si los inspirados autores, á quienes enviamos nuestra sincera
felicitación, no cosecharon más aplausos, fue porque ¿quién se atreve á
aplaudir cuando siente rebozar de enternecimiento su pecho, y las lágrimas
acudir á los ojos? ¡Adelante, pues, adelante nobles bohemios; si la asquerosa
serpiente de la envidia hinca en vuestro pecho su colmillo, no hagáis caso,
despreciadla, y no olvidéis que una lágrima ó un grito de entusiasmo arrancado
á un público con el talento, vale más que todo el oro del mundo!"
[Nota
íntegra en redacción y ortografía publicada por El norte y El universo en abril
de 1903.]
Con el
poeta chihuahuense Manuel Ramón Rocha Chabre, Guillermo Ramos escribió el 19 de
febrero de 1904, la zarzuela Listón
blanco, obra en un acto y cinco cuadros, con estructura en verso y prosa. Y
para terminar este año, la inspiración de Manuel Cruz, Enrique Reyes, Carlos
Cortazar y Guillermo Ramos, los lleva a crear dos zarzuelas más: La brujería y Médico, poeta y loco, que estrenaron en el teatro Coronado.
En el
primer centenario del natalicio de Benito Juárez, Guillermo Ramos en compañía
de Elías P. Ruviñagras llevan a escena la zarzuela Allende el Bravo, que estrenaron en el teatro Coronado el 19 de
diciembre de 1906; y la marcha fúnebre Juárez,
es escrita por Guillermo Ramos en honor del Benemérito de las Américas.
La Envidiosa, zarzuela infantil, se dio a conocer a finales de 1906 por Guillermo Ramos y Juan Holguín Burgoa. El estreno de La Envidiosa se efectuó el 6 de diciembre en el Teatro de los Héroes, y fue dedicada gobernador Enrique C. Creel dentro de las fiestas escolares de fin de curso de las escuelas primarias elementales y superiores, que se celebraban año con año durante los primeros días del mes de diciembre. Contiene todos los elementos de las clases que se impartían en las escuelas primarias en esa época, principalmente la de conjuntos corales, implementada desde 1868 en la Escuela de Música para Jóvenes y en escuelas primarias en 1896.
Porfirio Díaz en Chihuahua
En
1909, durante la visita de Porfirio Díaz, Guillermo Ramos organizó lo que llamó
“fiesta escolar”, y presentó al día siguiente de la llegada del presidente a
esta ciudad, en punto de las once de la mañana, en el ya mencionado Teatro de
los Héroes. Esta “fiesta escolar” se compuso de solo tres números musicales, el
Himno Nacional, el Himno a la paz
dedicado a Porfirio Díaz, y el cuadro El
otoño, de la zarzuela Las Estaciones
Animadas, ambas composiciones bajo la autoría de Guillermo Ramos y Juan G.
Holguín Burgoa; ciento veinte alumnos participaron en escena en el cuadro El otoño. El poeta chihuahuense, Manuel
Ramón Rocha Chabre, describió así este importante evento:
"[...] y da inicio el festival inolvidable;
primero el Himno Nacional cantado por las alumnas de las escuelas oficiales; lo
dirige el joven profesor Guillermo Ramos y canta las estrofas la señorita
Holguín, que posee una bien timbrada voz de soprano [...] El Himno de la paz,
obra de los profesores Ramos y Holguín, deja en los espíritus una sensación
dulce como una gota de miel, melancólica y bella como un crepúsculo vespertino
[...] El otoño, de los señores Ramos y Holguín; un cuadro que es un conjunto de
luz, de inspiración, de arte y de poesía, cierra el mágico festival que deja en
todas las almas un recuerdo tan bello como el perfume de una violeta, tan grato
como un beso de amor.”
La
cantidad de músicos de profesión ya existentes en Chihuahua, egresados de las
escuelas del Municipio, permitía llevar a escena producciones de esta magnitud,
donde la música era en vivo, conformada por una orquesta clásica.
En
este importante evento no podían faltar las tradicionales bandas, con sus ya
muy distinguidas serenatas, esta vez,
el turno fue para las bandas del 3º Regimiento de Caballería y del 12º Batallón,
quienes se encargaron de la serenata brindada al señor presidente Porfirio
Díaz.
Festejos del Centenario de la
Independencia de México.
Mil
novecientos diez, un año de festejos, año de inicios de actividades bélicas, un
año donde se truncan las manifestaciones artísticas y culturales en Chihuahua,
ve nacer una de las orquestas clásica conformada por músicos ya consolidados,
una orquesta bien organizada y muy activa durante el mes de septiembre, dentro
de los festejos del primer Centenario de la Independencia de México; la “Sociedad
Filarmónica de Chihuahua”, fue el nombre de esta orquesta conformada por diecinueve
músicos, y nueve en la cuestión administrativa.
Benito
Chávez, Luis A. Hernandez, Enrique Alveláis, Francisco Ayala, Mariano Rubio,
hijo, Eulalio Núñez, Raymundo Núñez, Mauro González, Erasmo Salazar, Francisco
Cano, José Brambila, José González, Mauricio E. Jara, Francisco Campa, Abel
Quezada, Daniel Mitre, Daniel Montoya, Luis Castruita y Jesús González, fueron
los encargados de vestir musicalmente las actividades protocolarias que se
llevaron a cabo en los festejos del Centenario.
El
nacimiento de otro importante recinto cultural se gesta en estos festejos: el teatro
Eden Club, edificado en el mismo solar que ocupaba el teatro Betancourt en la
calle Manuel Ojinaga. El 17 de septiembre este teatro cambia su nombre a teatro
Centenario, Guillermo Ramos da a conocer otra de sus composiciones, -Toi, con letra en francés de Mme. J.
Thénerd- y Guillermo Carlos Moye Portillo, el citarista, este mismo mes,
encuentra la muerte.
La Ópera México
Guillermo
Ramos Sánchez y Juan G. Holguín Burgoa –originario de Yoquivo- llevan a escena
su composición en el Teatro de los Héroes los días 11, 14 y 18 de septiembre la
ópera México, composición que
presentaba un panorama de la historia de México. Su estructura era en dos
actos, con un final que representaba una apoteosis de la patria. La reseña del
estreno de esta ópera fue publicada por el periódico local, El Correo de Chihuahua, dos días después
de la primera presentación, dándonos una idea de su éxito en todos los
sentidos: por su escenificación, su vestuario y, sobre todo, por la belleza de
la música, que según los comentarios del periodista que escribiera la nota, fue
adaptada maravillosamente a cada uno de los cuadros. El periódico El Universo describió los preparativos
de las actividades anteriores a la presentación de esta ópera. Por
considerarlos documentos valiosos, se presentan algunos fragmentos de estas
descripciones, respetando la ortografía y su redacción.
“Los
preparativos
Uno de
los números que formarán el programa de las fiestas del Centenario, será una
ópera infantil que han concluido ya sus autores, los señores Guillermo Ramos
que lo es de la música, y Juan G. Hoguín que compuso la letra. La Ópera se
titula “México” y se compondrá de dos actos. En el primer acto los autores
trasladan la acción a la época prehispánica, [...] se desarrolla en el siglo
XV, y uno de los cuadros representará una ceremonia en el Templo Mayor;
terminará, después de las danzas sagradas, con un sacrificio humano. El segundo
acto representará la entrada del Ejercito Trigarante á México, y vendrá al fin
un apoteosis de la Patria”.
El
domingo 3 de julio de 1910, los autores de esta ópera ya tenían la obra
concluida, y el pintor Alberto Triana terminaba la escenografía que daría marco
a esta primera ópera chihuahuense. Seiscientos niños participaron en escena, y
los músicos educados en las escuelas del Municipio conformaban la orquesta que
se encargó de dar vida al canto, el movimiento y escenografía de los artistas
chihuahuenses.
“La
escenografía
Hemos
tenido ocasión de ver algunas de las hermosas decoraciones pintadas
expresamente para la representación de la ópera infantil “México” […] En estas
decoraciones, una de ellas, sobre todo, nos llamó mucho la atención no solo por
su artística ejecución debida al pincel de Alberto Triana, sino por su verdad
histórica: la que representa una parte de la Gran Tenoxtitlán en [...] 1521, es
decir, en el año de la Conquista. En primer término se admiran los palacios de Tizoc,
Moctezuma y el Juego de Pelota: después se destaca perfectamente el hermoso
Palacio de Justicia con sus esbeltas y artísticas escalinatas, de tres cuerpos,
correspondientes a las tres instancias por que pasaba todo juicio; a uno de los
costados de este edificio está el Mercado (Tianhuis) y allí la bella y dilatada
calzada del Peñón, de hermosa perspectiva que se pierde á lo lejos en las
orillas del lago Texcoco. Al fondo se destaca la cordillera que limita al Valle
de México, entre las cuales levantan sus nevados cráteres el Popocatepetl y el
Ixtlazihuatl. Otra decoración representa a la Plaza de México en 1821 y como la
anterior, esta perfectamente lograda tanto en su parte artística como en su
fiel representación.”
Ecos de la representación
El
éxito de esta ópera rebasó las expectativas; los logros alcanzados fueron
grandes, ya que en sus tres representaciones el antiguo Teatro de los Héroes
tuvo llenos totales, que rebasaron en tres veces la capacidad del principal
recinto cultural de Chihuahua; así lo demuestran las crónicas de los periódicos
locales.
“[...]
vamos á hablar ligeramente de la representación de la ópera, reservándonos para
hacerlo con mayor detenimiento. La policía era insuficiente para contener el
numeroso público que ansiaba tener acceso al teatro, basta decir que media hora
antes de principiar el espectáculo, ya todas las localidades estaban ocupadas
por una selecta concurrencia. Cuando el señor Gobernador D. José María Sánchez
y su comitiva, ocuparon los palcos que se les habían designados, se dejaron oír
las notas del preludio de aquella ópera pequeña en su duración, pero grande,
muy grande por los sentimientos artísticos que en ella expresan los señores
profesores Juan G. Holguín B. y Guillermo Ramos, autores de la letra y música respectivamente.
El primer acto, transporta al espectador á los tiempos de Moctezuma. Figuran en
la representación los antiguos sacerdotes, heróicos guerreros y multitud de
vírgenes aztecas luciendo todos ellos los exóticos ropajes de aquella época.
La
decoración, semejaba un templo donde los aztecas sacrificaban á sus víctimas
guerreras, en el fondo se destaca las chozas y boscajes de la gran Tenoxtitlán.
Los niños actores que ascienden á seiscientos y que apenas podían caber en el
espacioso escenario del Teatro de los Héroes, entonaron algunos coros
preciosísimos que fueron calurosamente aplaudidos.
El
segundo acto era una reproducción de la entrada á México de las tropas que
componían el ejercito trigarante. También este acto fue muy bonito, pues daba
una ligera idea de aquel solemne día. Esta decoración fue la más hermosa,
representaba la plaza de la ciudad de México en aquella época lejana. En el
fondo se veía el edificio del Palacio Nacional, estando á la izquierda la
Catedral y en el centro la gran plaza en medio de la cual estaba entonces
colocado el famoso “caballito de troya” el cual está perfectamente imitado en
la decoración.
Desfilaron
por el escenario un buen número de soldados infantiles al mando de sus
respectivos jefes. [...] La representación de la ópera terminó con un bonito
cuadro alegórico que es un apoteósis, á los grandes hombres Hidalgo y Morelos,
la Patria los envuelve conturales, siendo uno á nombre de nuestro pendón
nacional, mientras un grupo de niños en trajes de carácter, representan á todas
las naciones, y entonan unos hermosos himnos á la Libertad, al Trabajo y á la
Paz. Cuando lentamente bajaba el telón, el público ovacionaba á los autores de
la primera ópera Chihuahuense. ¡Salud, bohemios soñadores! ¡Salud! ¡Salud!.”
Bibliografía
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de Chihuahua, publicado en conmemoración de la visita del Sr. General Porfirio
Díaz a esta entidad federativa en el mes de octubre de 1909, Chihuahua,
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Galindo, Roberto Francisco: La música en Chihuahua 1890-1940. UACH-Sindicato del Personal Académico de la
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Fotografías.
Fuentes y Créditos.
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Doctor Roberto Durán Armendáriz y Arquitecto Durán Armendçariz.
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Francisco Moure Beltrán.
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Jesús Martínez Domínguez.
• Las Estaciones Animadas, cuadro El
otoño. Presentado en el Teatro de los Héroes, con motivo de la visita del
presidente de la República Mexicana don Porfirio Díaz en 1909. Tomada del Álbum
de enseñanza primera del estado de Chihuahua.